¿Los estudiantes son escuchados en las escuelas primarias de Bariloche?

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Sabemos que el derecho de un estudiante termina cuando empieza el del otro. Que deben realizar acuerdos entre sí, en conjunto con la institución educativa, para que la vida escolar sea agradable para todos y todas.
Aproximadamente 15 escuelas de Bariloche realizan jornada extendida, lo que implica compartir el almuerzo y en muchos casos más de ocho horas diarias dentro de la institución.
Las problemáticas sociales que interpelan a los estudiantes se ven reflejadas en la escuela a través de los problemas de conducta. Estos se expresan en las distintas realidades e injusticias que viven en el ámbito escolar, familiar y social.


El rol de la escuela es fundamental en la construcción de los estudiantes como ciudadanos sujetos de derechos. Los estudiantes deben empoderarse teniendo conocimiento y práctica sobre los mismos (Ley 26.061), pudiendo aplicarlos en la vida cotidiana y escolar. Para esto es esencial el rol del docente y los métodos que utiliza para establecer los llamados “acuerdos escolares de convivencia”.
Evitando métodos conductistas o de castigo como forma de aprendizaje, es evidente que la sociedad ha cambiado en muchos aspectos, y que la educación se ha reformulado. Por ejemplo, con la aplicación de la E.S.I. (Ley 26.150, 2006). Aun así, en algunas escuelas de Bariloche siguen existiendo educadores que retoman medidas conductistas para poder controlar a los estudiantes utilizando el miedo, la figura de poder, las amenazas y castigos a través de distintas prohibiciones: Perder el momento de recreo, la posibilidad de charlar y reírse durante el almuerzo, entre otras.
Estos métodos utilizados al extremo no deberían suceder, ya que son considerados como un delito, porque como mencionamos antes, los estudiantes poseen la Ley de Protección de los niños, niñas y adolescentes que los ampara de este tipo de abusos.
Como padres, madres o tutores tenemos que hacer valer sus derechos y poder trabajar en forma conjunta con las instituciones en la correcta educación de los chicos/as para que puedan reflexionar sobre sus actitudes y conductas, promoviendo emociones como la compasión, ya que la misma impulsa en los estudiantes reacciones frente al sufrimiento o necesidades del compañero/a llevándolos a comprender
Y compartir sus estados de ánimo, dando lugar al compañerismo y al consuelo entre los pares. Fortaleciendo el respeto y los vínculos afectivos que van desarrollando en su estancia en la escuela.
Tanto docentes como tutores debemos comprender que las y los chicos aprenden del ejemplo que les damos en la vida cotidiana o escolar y de las formas que utilizamos para pedir algo, corregir o poner límites. Continuamente nos están observando, por lo tanto debemos poder registrar y reflexionar sobre: ¿Que están aprendiendo de nosotros mismos? sea en la escuela o en la casa.


Los A.E:C (Acuerdos Escolares de Convivencia)
La educación empieza por casa y se transforma en una tarea compartida cuando los chicos y chicas inician la vida escolar. Los estudiantes tienen que aprender a respetarse entre pares y construir hábitos saludables para sí mismos y en pos de una mejor convivencia escolar.
Los A.E.C son medidas construidas y consensuadas por los estudiantes a través de las asambleas áulicas escolares con el acompañamiento de los/as docentes y directivos. Según la resolución 7524/23 del Consejo de Educación de la provincia de Rio Negro vigente del año pasado. Las asambleas áulicas escolares son instancias pedagógicas obligatorias que se suman como propuestas de enseñanza y aprendizaje, permitiendo construir herramientas institucionales que ofrezcan a los y las estudiantes espacios para promover la palabra, reflexionar y generar acuerdos de convivencia. Desde una perspectiva de derechos y cuidado de las infancias. Estas asambleas habilitan la construcción del ejercicio de la ciudadanía y la posibilidad de encontrar caminos democráticos para la prevención de situaciones inherentes a la vida escolar. Los tutores podemos exigir su aplicación al ver la necesidad de nuestras hijas e hijos de ser escuchados en la escuela. Para ello es importante que estemos presentes, fomentando el dialogo cotidiano con la institución. Debemos poder transmitir dichas inquietudes a la escuela, para que se puedan trabajar en el aula y nosotros desde la casa.

El momento del comedor
Como sabemos, hay escuelas que realizan jornada extendida compartiendo el almuerzo. Este debería ser o parecer un momento familiar distendido.
Para los estudiantes que comienzan con la jornada extendida en 6to o 7mo grado, como sucede en las escuelas n° 154, 44, 315, 201, 320, entre otras; es un proceso nuevo al cual deben adaptase, aprender a compartir el espacio del almuerzo, que antes consideraban como privado del ámbito familiar, a algo público al compartirlo en la escuela con sus pares y docentes.
Partiendo de que cada familia es un mundo y que tiene hábitos alimenticios propios (como el consumo de sal, las dietas, el azúcar, etc), a los estudiantes les cuesta adaptarse a un menú especifico (a pesar de que sea correctamente asesorado por una nutricionista)
El comedor resulta por momentos un caos debido a algunas conductas inapropiadas por parte de los jóvenes, como tirarse comida, escupirla, siendo un gran desafío el poder generar un espacio cuidado y pedagógico.
El momento de la comida es donde los docentes deben poder vincularse con los estudiantes desde otro lugar para entablar conversaciones profundas, llegar a detectar angustias o malestares y poder trabajar con los estudiantes y las familias que tienen éstas conductas para ver ¿qué les sucede?, ¿por qué hacen lo que hacen? Debemos pensar en la importancia de construir nuevos hábitos alimenticios, comprendiendo que es un espacio compartido con el otros. La resolución 20/35 es una gran herramienta, ya que permite que cada institución educativa pueda reorganizar el comedor como crea conveniente. Podría dividirse los momentos del almuerzo en grupos más pequeños y “abordables” para poder trabajar la apertura emocional y la resolución de conflictos. Gracias a la resolución, se puede pensar el espacio compartido del almuerzo desde una lógica creativa y funcional a las necesidades particulares de cada grupo.
Como mencionamos antes la crianza de nuestros hijos e hijas es compartida, por lo tanto, como tutores debemos enseñar, acompañar y transmitir valores que permitan construir un espacio cuidado en casa y en la escuela

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